domingo, 16 de marzo de 2014

¿La primera impresión es lo que cuenta?



























Tomé esta fotografía el 3 de septiembre de 2013, en Berlín. Lo de que sucedió en un día nublado y triste me lo salto.

Verás, digo tomé porque después la digerí. De tanto repetirme lo buena que era, de encender la cámara para verla una y otra vez. De sentirla. De entenderla. De creer entenderla, vamos. Yo pensaba que había capturado el instante en el que un pájaro escuchaba los pasos de una mujer, desatendía su manzana, levantaba la vista y se enamoraba. Un pájaro, ¡pero qué absurdo!

Tras olvidarme de ella durante un tiempo, volví a buscarla en Flickr [con lo bien que hubiera sonado en los cajones]. Al encontrarla recordé que el pájaro que había captado mi atención descansaba en aquel momento en el Holocaust-Mahnmal -un detalle-. Mmm... no tenía cara de enamorado, desde luego.

Lo dejo ahí.



Un día, mientras buscaba en internet "las mejores sartenes", topé con la fotografía de un desconocido (para mí) que también había estado en el Monumento del holocausto. No te lo vas a creer, pero posaba el mismo pájaro. No, no cuestiones que esté segura de que es el mismo. Tú ni siquiera diferencias a un chino de otro, no es mi problema... Total, el pajarillo me picó la curiosidad. Busqué en Google más fotos del lugar. Resulta que el maldito aparecía en casi todas.

Es entonces cuando decido, pasados cinco meses desde la primera visita, volver a Berlín con una excusa. Durante las primeras horas olvido la historia del pájaro que supuestamente me había llevado a la ciudad. Pero al pasar por el monumento, lo recuerdo. Una vez allí (no me preguntes cómo) consigo hablar con sus amigos. Me cuentan que a Rilto -el animal- le encanta la fruta, y cuando les enseño la foto no dan crédito. ¿Cómo es posible que, tratándose de él, dejara la manzana a medias? Tras un rato charlando, solo encontramos una respuesta lógica, y es que aquella mujer le había parecido mejor manjar. La quería devorar, sin miramientos ni sentidos figurados.

Empiezo a atar cabos. Bueno, para qué los voy a enrollar: el pájaro resulta ser la reencarnación de Hitler. Detesta a los que se pasean por allí, no suelen apreciar que el monumento a las víctimas del holocausto no se hubiera construido de no ser por él. Su mirada es más bien furiosa.

Y Rilto es Hitler al revés; si sustituyes la "e" por una "i", quitas la "H", también la primera vocal, y añades una "o".


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Mi nombre de verdad es Marina Guadix,o eso dicen.